(Por Pablo Burgués)

Si te has dado un paseo por las playas ibicencas habrás visto que muchas de ellas están llenas de unas extrañas albóndigas de pelo. En contra de lo que muchos niños de los 80 pensamos, NO se trata de abortos de Gremlins, sino de amasijos de fibras vegetales procedentes de la Posidonia Oceánica. Al igual que las piedras de una playa se van redondeando con el paso del tiempo, los restos de esta planta son arrastrados por el mar hasta la arena, donde la acción de las mareas les va dando su forma ovalada.

Y puestos, te diré que pese a vivir en el agua la posidonia no es un alga, sino de una planta acuática. ¿Qué significa esto?. Pues que la muchacha no puede vivir a más de 20-25 metros de profundidad, ya que más abajo los rayos de sol no son lo suficientemente fuertes como para alimentarla. Esta es una de las características que hacen que esta especie solo se encuentre en el Mediterráneo, donde las condiciones de profundidad y temperatura hacen que la criatura esté más a gusto que en brazos. Muestra de ello es el hallazgo en 2006 de una planta de posidonia de 8 kilómetros de largo y una antigüedad aproximada de 100.000 años. Esta bestia parda vive entre Ibiza y Formentera y está considerada como uno de los organismos vivos más grandes y longevos del mundo (seguido de cerca por la reina de Inglaterra).

Sin embargo, los últimos estudios realizados por gente con gafas dicen que las praderas de posidonia se están muriendo a gran velocidad y estiman que de no tomar medidas urgentes desaparecerán por completo en los próximos 10 años. (más info en https://www.saveposidoniaproject.org)

La causa principal de su rápida extinción son las miles de embarcaciones de recreo que durante los meses de verano acuden a nuestras costas y cuyas anclas (algunas de más de 200 kilos de peso) funcionan como auténticas excavadoras que destrozan y deforestan por completo el lecho marino.

Tal vez estés pensando: “Y a mí qué más me da que palme el hierbajo ese”. Pues te diré que esta planta es uno de los mayores pulmones de absorción de CO2 del mundo, el cual transforma más tarde en oxígeno (esa cosa que te entra por las narices y que según los expertos es entre “muy” y “muy mucho” necesaria para el ser humano). 

Además, este hierbajo crea enormes laberintos de maleza bajo el mar donde pueden desovar tranquilos todo tipo de moluscos cefalópodos, osteíctios y crustáceos decápodos... O dicho en cristiano, se trata de enormes guarderías de donde saldrán las futuras raciones de pulpo a la gallega, calamares a la romana, lubina a la plancha, dorada a la sal o gambas al ajillo que tanto te gustan.

Por todo esto, en 1999 las praderas de posidonia de las pitiusas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco dentro de la denominación “Ibiza, biodiversidad y cultura”.

Pero si aún con todo esto que te he contado, te sigue importando un bledo la posidonia y la madre que la parió y piensas seguir tirando el ancla de tu yate donde te dé la gana, te sugiero que te vayas urgentemente al médico y te lo hagas mirar, majo.

 

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