El día y la noche ibicenca te ofrecen muchas opciones de ocio: museos, historia, gastronomía, música, cultura, tradición... además de sus conocidas y bellas playas o de sus alocadas fiestas nocturnas con dj's de talla internaconal. Un sinfín de posibilidades para vivir la isla de Ibiza al máximo y hacerla tuya.
La catedral, su muralla y la zona antigua son de lo más interesantes. Declarado Patrimonio de la Humanidad, sus callejuelas están llenas de historias de todas las culturas que la han habitado: Griegos, Romanos, Cartagineses, Fenicios, Árabes y hasta piratas han dejado su huella en la ciudad antigua de Ibiza. Y si te cansas de subir y bajar siempre puedes recuperar fuerzas en alguno de sus encantadores restaurantes y bares.
Es una zona mágica, llena de energía. Muchas historias y leyendas envuelven este majestuoso islote. Ver el atardecer desde la torre des Savinar es uno de los momentos que no deberías perderte. También puedes ver Es Vedrá desde Cala D'Hort, una bonita playa al Norte de San José. Si no tienes mucho tiempo, puedes degustar una buena paella o un plato típico como el Bullit de Peix en alguno de sus restuarantes mientras Es Vedrá te vigila. Los más famosos, El Carmen en la misma playa y Es Boldador en el acantilado, a la derecha de la playa.
Las Iglesias de Ibiza tienen un papel histórico. No sólo en el plano cultural o religioso, también fueron refugio de los payeses contra los contínuos ataques de piratas. De ahí que casi todas tengan ese aspecto compacto y macizo. Su arquitectura tiene como principal característica los contrafuertes de las paredes y sus pequeñas ventanas dentro de anchos muros de más de 1 metro de anchura.
Este rincón de la isla se encuentra en el otro lado de la montaña de Sa Torre des Savinar y fue el lugar de donde se extrajo la piedra para crear la muralla de D'alt Vila. Durante los años 60 fue un reducto hippy de peregrinación para la meditación. Cuando desciendas en paralelo al acantilado encontrarás una pequeña cueva a mitad de camino de la que cuentan que un japonés llegó a ese lugar y decidió quedarse a vivir allí. Para decorarlo, pintó un buda gigante en una piedra que a su vez hacía de techo. Más abajo, ya en el mar, encontrarás las pozas de agua turquesa creadas por el hombre tras cortar en cuadrícula la piedra. Sin duda, un lugar especial y lleno de magia.