(Por Pablo Burgués)
Si eres uno de esos pobres mortales que se mueven por Ibiza en coche, habrás visto que a la entrada del paseo marítimo de la ciudad hay una rotonda con una mano gigantesca y siete perretes encima. Pues bien, la obra es del escultor Andreu Moreno y es un homenaje al perro típico de la isla: el podenco ibicenco.
Esta raza es originaria del antiguo Egipto y parece ser que fueron los fenicios quienes la trajeron a la isla en el siglo VII a.C. Cuenta la leyenda que estos bichos son sagrados y se les relaciona directamente con el dios egipcio Anubis. Este señor, al cual se representaba con cuerpo humano y cabeza de podenco, estaba considerado como el señor de las necrópolis y su trabajo consistía en determinar si un difunto era apto para entrar en el reino de los cielos o no. Además, era él mismo quién se encargaba de transportar el alma de los afortunados hasta el más allá. Resumiendo, que Anubis era una especie de San Pedro con licencia de taxis.
Pero rasquemos un poco más en su vida, porque al igual que las grandes estrellas del rock and roll, los dioses también han tenido infancias difíciles a la par que rocambolescas.
Todo empieza con un tal Osiris (dios de la fertilidad) quien estaba felizmente casado con Isis (diosa de la maternidad). Una noche loca Osiris se cogió un tremendo morao y remató la jornada retozando con su cuñada Neftis (diosa de la oscuridad y las tinieblas). Ambos prometieron guardar el secreto bajo la máxima: “lo que pasa en Egipto se queda en Egipto”, pero el destino quiso que la muchacha se quedara embarazada… Para colmo de males, su marido Seth (dios de las sequias y del desierto) era impotente, así que la infidelidad no tardó en saltar a las portadas de todos los papiros del corazón de la época.
Bajo este agradable ambiente familiar de sinceridad y confianza vino al mundo nuestro querido Anubis, quién poco a poco fue creciendo hasta convertirse en una deidad hecha y derecha. Pero a pesar de su alto estatus, los líos familiares y las infidelidades nunca lo dejaron tranquilo.
Un día que estaba sembrando la tierra, Anubis se quedó sin semillas y para poder terminar la faena le dijo a su hermano Bata que se acercara hasta su casa y le pidiera un saco de grano a su esposa. Cuando el muchacho llegó a la casa, su cuñada, que no tenía tele ni Tablet ni ná y andaba la pobre bastante aburrida, intentó aprovecharse del joven. Este consiguió escapar ileso del lugar, pero ella que era bien retorcida la jodía le dijo a su marido que Bata la había intentado violar. Anubis salió en busca de su hermano dispuesto a matarlo pero este lo convenció de que todo era mentira y finalmente mató a su mujer.
Y la verdad que no sé qué demonios tiene todo esto que ver con el podenco ibicenco, pero en fin, que ahí lo dejo.
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