(Por Pablo Burgués)
Tras un año y medio repitiendo en cada reunión de amigotes la mítica y engañosa frase “de esta semana no pasa que vayamos” (seguida de la no menos peligrosa y cargada de veneno “no os preocupéis chicos que yo mañana por la mañana sin falta llamo y reservo”), ayer por fin de los por fines conseguí ir con un par de colegas a visitar la casa de verano de Luke Skywalker, o lo que es lo mismo, el observatorio Astronómico de Puig del Molins en Ibiza.
¿Que qué tal estuvo la visita?. Pues horrible oiga, de hecho puedo prometer y prometo que no me vuelven a ver el pelo por allí nunca jamás de los jamases. A ver, me explico. La visita fue muy interesante, los guías son muy majos y además las instalaciones cuentan con un súper telescopio Rocco Siffredi Size desde el que puedes ver los anillos de Júpiter, los confines de la vía láctea y hasta el ojo de Sauron.
Hasta aquí todo bien, pero el problema viene después de la visita, cuando tras comprobar de primera mano la descomunal inmensidad del cielo te das cuenta de que la tierra es una mierdecilla insignificante y por tanto el ser humano es poco menos que el liquidillo de contenedor del universo. Este esperanzador pensamiento existencial nos lleva a una conclusión aún más esperanzadora: la vida, al igual que las noticias de Antena 3, no tienen ningún puto sentido señora.
Vale, está claro que no todo el mundo sale con tanto optimismo de un observatorio astronómico como yo, pero que le voy a hacer, soy el típico flipao que después de ver la película de las tortugas ninja sale a la calle dando patadas al aire y de ahí que al salir de ver las oscuras tripas de nuestra galaxia solo me faltara comprarme una silla de ruedas y un vocoder para creerme Stephen Hawking.
En fin, que en mi favor he de decir que no soy el único homínido que tiene bajonas existencialistas y que desde que el mundo es mundo el ser humano ha tratado una y otra vez de buscar un sentido a todo este sin sentido.
Para muchos la respuesta está en abrazar la fe de Dios, que visto desde fuera consiste principalmente en decir “no” a un montón de cosas la mar de ricas que te ofrece esta efímera vida con la esperanza de obtener así alegría y confort a raudales en la eterna vida próxima. Vamos, lo que en el mundo financiero se conoce como inversión de riesgo, doble o nada, susto o muerte.
Otras personas mucho menos kamikazes deciden no especular con el premio gordo del incierto más allá y se conforman con pequeñas pedreas a corto plazo en el tangible más acá. La máxima de este grupo de cobardes inversores podría ser “más vale pájaro en mano que Mahoma, Buda y Jesucristo volando”.
Y básicamente esto es todo lo que tengo que decir sobre mi visita al Observatorio Astronómico de Puig del Molins... Ya, ya se lo que estás pensando listillo, pero para tu información te diré que de vuelta a casa me hicieron soplar en un control de la Guardia Civil y di negativo en casi todo, así que te estás equivocando bastante conmigo chaval.
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